La oleada innovadora en el agro

El efecto combinado de la Guerra de Ucrania y las sanciones impuestas a Rusia por EE.UU. y Europa han desatado tres crisis mundiales: alimentaria, energética, e inflacionaria; en lo que se refiere a la primera, decisiva para la Argentina y los otros grandes países productores de alimentos, ante todo Brasil, ha exacerbado tendencias previas al conflicto ucraniano que modifican la cuestión de la alimentación en el mundo en los próximos 15/ 20 años.

Agricultura y energía, dos vectores clave en el precio mundial de los alimentos, van de la mano. Aquí, cosecha de soja bajo paneles solares en un "sitio experimental agrovoltaico" en Amance, en el este de Francia.
Foto: PATRICK HERTZOG / AFP

En primer lugar, se ha incrementado notablemente el precio de los productos agrícolas en el mercado global; y esto aumenta la pobreza, desestabiliza los gobiernos, y desata revoluciones, elevando exponencialmente la incertidumbre respecto a la capacidad existente de alimentar a la población del planeta, que superaría los 10.000 millones de habitantes en 2050.

Esto coincide con una etapa de aguda sequía en el sistema mundial producto del cambio climático, lo que afecta tanto a los países avanzados –EE.UU.- como a India, el Norte de África o el África Subsahariana.

La Guerra de Ucrania también ha demostrado que el precio de los alimentos está indisolublemente unido al costo de la energía; y esto se ha visto expuesto con nitidez por la decisión de la OPEC (Organización de Países Exportadores de Petróleo) de reducir su producción en 2 millones de barriles diarios. La consecuencia sería que cada barril superaría U$S 100 a fin de año.

También se ha modificado la geografía de la alimentación. Si se cruza el auge de la población con las tierras aptas para la producción agroalimentaria, y a esto se le suman los efectos del cambio climático, el resultado es una tremenda crisis mundial como la que existe hoy.

India es ya el país más poblado del planeta con 1.500 millones de habitantes, por encima de China, y tendría 1.700 millones en 2050. Entonces su población superaría en 400 millones a la de la República Popular; y –esto es lo crucial- la tierra fértil por persona tendría una dimensión de 0,1 hectárea; y la sequía crónica, con carencia de agua en los grandes centros urbanos cubriría a más de 700 millones de personas. Conviene advertir que el subcontinente indio tiene el régimen hídrico más volátil e impredecible del sistema (monzones).

Más de 700 millones de indios viven bajo los niveles de pobreza; y los indigentes actuales o potenciales superan los 300 millones; y sin embargo, India es una potencia nuclear, y se dispone a instalar una base espacial antes de 2030; y el sector de servicios de alta tecnología desplegado desde Bombay hacia el Sur es el principal proveedor de la industria de alta tecnología de los países avanzados, en primer lugar EE.UU.

Habría que agregar que más de la mitad de las empresas de alta tecnología de Silicon Valley son obra de científicos indios emigrados a EE.UU., muchos de los cuales son titulares de premios nobel en las diversas ciencias duras.

India, en suma, es un país extraordinariamente paradójico, con una excepcional capacidad de innovación; y su clase media de alto nivel cultural, posee una auténtica vocación de emprendimiento.

Más de 50 países, incluyendo India, han impuesto restricciones a sus exportaciones agroalimentarias este año, con el objetivo de frenar el precio de los alimentos en el mercado doméstico. Es la contrapartida de la honda incertidumbre que ha provocado la Guerra de Ucrania en el mercado mundial.

Por eso –paradójicamente- esta crítica situación se ha visto acompañada por un aumento excepcional de la inversión en las “start-ups” agrícolas de última generación en la búsqueda de una ola de innovación agroalimentaria.

Esto coincide con el hecho de que todos los sistemas agrotecnológicos de avanzada disponen hoy de una orientación nítidamente ecológica, lo que implica que respetan el ciclo de la vida y minimizan o excluyen el uso intensivo de insumos ajenos a lo biológico.

En este contexto, la siembra directa, que es preocupación por salvaguardar la riqueza orgánica de la tierra, se ha transformado en el nuevo sentido común de la agricultura mundial; y el carácter dominante de la producción agrícola en el mundo es hoy el conocimiento de vanguardia, y no más la inversión de capital.

Las ganancias del negocio agrícola mundial de los próximos 15 / 20 años no residen en la elevación sistemática de los rendimientos, sino en los márgenes crecientes que adquiere la fertilidad del sistema. En definitiva, todo lo que aumente el valor de la tierra en el largo plazo.

“La mayor parte de las catástrofes que se prevén nunca suceden”, dice Winston Churchill en las “Memorias de Guerra”, siempre, claro está, que la respuesta sea un salto cualitativo en la innovación y la creatividad.

FUENTE

Source: agriculturers.com

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