La geoingeniería es la modificación humana mediante distintas técnicas de los sistemas naturales de la Tierra. Es decir, abarca absolutamente todo lo que nos rodea: la atmósfera, los suelos o los océanos a nivel planetario.
Más antigua de lo que pensamos
Estos experimentos que se han realizado en pequeña escala en laboratorio, y que desde hace ya muchos años (desde medidos del siglo pasado) se han empezado a practicar en numerosos países, incluida España, nos lleva a sopesar si el beneficio que pudiera obtenerse, no causaría luego más daño en los ecosistemas y en todos los seres vivos que los habitan. Algo razonable y para nada investigado, porque probar puede suponer unos efectos colaterales gravísimos, que no sabemos si alguien se hará cargo de ellos, de sus consecuencias.
¿Nubes artificiales?
Por mucho que quieran los investigadores dar con la ecuación para evitar algunas catástrofes naturales que nos vinieran encima debido a un cambio en los parámetros climáticos, por ejemplo, la cuestión ante todo es si realmente eso es necesario, o sería mucho más factible ira a la causa del problema a la raíz, y ponerle soluciones reales.
Me parece que jugar a ser dioses, puede ir en nuestra contra, por mucho que se le quiera dar de un halo de innovación de supervivencia con superpoderes. Ni es innovación, ni es supervivencia, ni tenemos superpoderes. Antes de empezar a jugar hay que tener todo medido y controlado, los grandes estrategas tienen controlado tanto el hacer como el deshacer, pero ¿va ser neutro ese impacto?, ¿va a quedar igual que estaba antes, o por el contrario la reparación va a ser más costosa?
Planes inauditos
Una de las inverosímiles ideas es fertilizar los océanos mediante toneladas de polvo de hierro como una acción estimulante del crecimiento del plancton. Otra consistiría en desviar las corrientes marinas en modo bíblico.
Debemos respetar al máximo los océanos son una fuente de vida.
Otra quizás aún más surrealista, es la captura y almacenamiento de carbono con el cultivo y la quema de cantidades ingentes de biomasa en gigantescas extensiones del tamaño de países enteros, en las que desparecerá todo tipo de vida por obra y gracia del ser humano, para seguir llevando el ritmo de vida y de crecimiento insostenible que ha venido teniendo. Con monocultivos y plantaciones dedicadas en exclusiva a la bionenergía. Todo muy lógico, consensuado y acertado para la naturaleza.
La agricultura modificada genéticamente juega un papel preponderante en este experimento a gran escala, como crear plantas que tengan hojas reflectantes para evitar la radiación solar. ¿Cómo se comportarían esas plantas y sus raíces en relación a su papel integrado dentro de un medio? Aunque las interacciones de los vegetales OMG ya las sabemos, respecto a la agricultura que no los usa. Podemos definirlas con una sola palabra: devastadoras.
La agricultura transgénica ha dejado tras su paso tierras inservibles.
Los desiertos son otro de los lugares en los que están puestas todas las miras con la experimentación, cubriéndolos con plásticos reflectantes, que ya se utilizan en jardinería para otras cuestiones. Más de lo mismo. Cambiar el mundo, tal y cómo lo conocemos en la actualidad. Ya no lo reconoceríamos como ha existido por siglos. ¿A eso hemos llegado?, ¿a usar parches para no admitir que nuestro modo de vida ha impactado de tal manera en el medio natural, que la solución pasa por frenar ese desarrollo aniquilador?
Pero vamos a seguir avanzando por las arenas movedizas, ahora nos toca subir un poco más arriba hasta alcanzar la atmósfera. El manejo de la radiación solar es uno de los temas más controvertidos y con más repercusión en la vida del planeta. Bloqueando la luz del sol mediante partículas diminutas esparcidas con aerosoles de sulfatos por la atmósfera. Entre esas saludables sustancias se encontrarían el óxido de aluminio o el dióxido de azufre.
Estos aerosoles no desaparecen, terminan en el aire que respiramos, en la tierra en la que cultivamos, o en el agua que bebemos. Influyen por lo tanto en la ecología aérea, terrestre o marina.
¿Se puede enfriar el planeta artificialmente?
Hechos más que conocidos
En Madrid, en el año 2012 ya se estuvo investigando/experimentando, y se dedicaron 118.500 € para un proyecto de estimulación del crecimiento de nubes en la cuenca del Lozoya, siendo la empresa alemana Radiometer Physics la adjudicataria.
En otro países como China, son habituales estas técnicas de geoingeniería para provocar grandes nevadas artificiales para aliviar la sequía, disparando contra las nubes cohetes conteniendo yoduro de plata. Cayeron 16 millones de toneladas en copos. Esto sucedió en el año 2009, pero en el 2007, lo hicieron en el Tíbet (¿a propósito?) a unos 4.500 metros de altura en el distrito de Nagqu. Las lluvias torrenciales arrasaron 5.455 hectáreas de cultivos en Yanji.
Una bella imagen del Tíbet.
En Estados Unidos, por supuesto, ya están muy avanzados con esas tecnologías, y en tan solo 30 minutos pueden aparecer nubes de la nada. Bueno, de aerosoles. Los «chemtrails» son más que una fantasía, porque la geoingeniería ha creado otra fuente de ingresos monumental. Todo hay que decirlo, las empresas más punteras invierten e investigan sobre ello. Por tanto, puntualicemos. Entonces hablamos de varias cuestiones, del dinero que se mueve y de quién se beneficia, no solo de la supuesta utilidad como habitantes de la Tierra.
Aunque la última ocurrencia o antojo, según se mire, ha venido de la mano de Bill Gates, y su pseudofilantropía. Nada más y nada menos que vertiendo a la atmósfera millones de toneladas de polvo de tiza (carbonato de calcio) para bloquear el sol. El desierto de Nuevo México sería el escenario elegido para esta «película». Siendo el propósito replicar las secuelas de la explosión de un volcán en toda la Tierra. El encargo se ha hecho a los científicos de Harvard. Todo queda en casa.
Source: www.concienciaeco.com
