La timidez de la copa: árboles que no se tocan

Cuando paseas por el bosque o la ciudad, ¿sueles mirar hacia arriba? Lo habitual es mirar hacia donde vamos o dónde ponemos los pies, pero si te encuentras en plena naturaleza, no olvides observar los árboles, quizá te encuentras con una imagen tan bella como la que ilustra este artículo: estás observando la timidez de la copa.

Hace menos de 100 años, por allá 1920, se observó por primera vez un fenómeno botánico que sigue dejando bonitas e impresionantes imágenes de ciertos bosques. En 1955, el botánico Maxwell R. Jacobs, describió este fenómeno como “timidez de la copa” después de estudiar diversas poblaciones de eucaliptos.

Los surcos de cielo que deja la timidez de la copa. Foto: Tom Cowey

Este fenómeno consiste en un crecimiento limitado de las copas de los árboles, de tal manera que las hojas y ramas de árboles adyacentes no llegan a tocarse. Esto produce  figuras y patrones con el cielo de fondo cuando se observan los árboles desde el suelo.

La timidez de la copa, entre otros temas, se explora en el  documental Érase una vez un bosque.

La comunidad científica todavía no ha llegado a un consenso que explique el mecanismo que da lugar a este fenómeno. Un total de tres hipótesis han intentado explicar la timidez de la copa:

1. Hipótesis de la fricción

La hipótesis inicial de Maxwell R. Jacobs (actualmente poco aceptada por la comunidad científica) explica que la fricción de unas ramas con otras cuando el viento las golpea limitaría el crecimiento de las mismas para evitar tocar los árboles vecinos, debido a los daños producidos por la abrasión.

2. Hipótesis de la alelopatía

La hipótesis más respaldada actualmente indica que la timidez de la copa tiene un origen alelopático.

En botánica, la alelopatía es cualquier efecto que una planta transmite a otra a través de la producción de diferentes compuestos químicos, ya sea causando un efecto positivo o negativo sobre la otra planta. Estos compuestos son los denominados aleloquímicos. En otras palabras, las plantas y árboles se comunican entre ellos mediante señales químicas.  Esta relación se produce más frecuentemente entre árboles y plantas de la misma especie, aunque también se da entre especies distintas. Para conocer en profundidad el proceso de la alelopatía, te invitamos a leer el artículo Comunicación entre plantas: relaciones alelopáticas.

Foto: airwii

3. Hipótesis de los fotorreceptores

Además de las señales químicas, los fotorreceptores fitocromo (sensores de luz capaces de detectar la zona de luz roja lejana) que poseen los árboles y las plantas les permite percibir la proximidad de otros individuos. Otro tipo de fotorreceptores detectan la luz azul, lo que produce en las plantas y árboles la evitación de las sombras producidas por otros individuos.

https://ecodominicana.com/wp-content/uploads/2020/12/o_Criptocromoa Salvador.pngLongitudes de onda detectadas por los distintos fotorreceptores vegetales. Fuente: Assocació aquaròfila de Barcelona.

En conjunto, las señales captadas por estos fotorreceptores provocarían en el árbol la respuesta de alejarse del adyacente, lo que le permitiría obtener una mayor cantidad de luz, indispensable para hacer la fotosíntesis.

La timidez de la copa se ha observado en ciertas especies de robles y pinos europeos y especies de hábitats tropicales y subtropicales, como algunos eucaliptos, especies del género Dryobalanops,  el pino Pinus contorta, el mangle prieto (Avicennia germinans), Didymopanax pittieri, Clusia alata, Celtis spinosa y Pterocymbium beccarii, Picea sitchensis y Larix kaempferi .

Dosel arbóreo de Dryobalanops aromatica en Kuala Lumpur. Foto: Patrice78500

En otras especies, las copas de los árboles llegan a tocarse y a cruzar incluso sus ramas, aunque el dosel arbóreo o canopia (hábitat que incluye las copas y parte superior de los árboles) no suele mezclarse por completo.

Relacionado con cada hipótesis, el sentido evolutivo de la timidez de la copa sigue sin conocerse, aunque la botánica ha lanzado diversas hipótesis:

  • Permitir una mayor penetración de la luz en el bosque para realizar la fotosíntesis más eficientemente.
  • Evitar que se dañen las ramas y hojas cuando se golpean unas contra otras en caso de tormenta o rachas de viento.
  • Evitar que enfermedades, larvas e insectos que se alimentan de hojas se propaguen fácilmente de un árbol a otro.

File:Weaver Ants - Oecophylla smaragdina.jpgLas hormigas construyen estructuras con sus propios cuerpos para pasar de una hoja a otra. Foto: Rose Thumboor

Por el momento, parece que la timidez de la copa obedece más a una relación de colaboración entre especies por la supervivencia, en lugar de una competición (la popularmente conocida como la “ley del más fuerte”). Habrá que esperar a futuros estudios que arrojen un poco más de luz a este todavía desconocido fenómeno.

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Source: allyouneedisbiology.wordpress.com

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